En enero de 1895, don Fernando de Teresa condujo por primera vez en las calles de la ciudad de México el primer automóvil, lo condujo a una velocidad de 16 km/h, y fue traído por la empresa “Agencia de Ingenieros Basave, Robles Gil y Zozaya”, el cual fue importado desde Toulón Francia, era un Delaunay Belleville, del fabricante, “S.A. des Automobiles Delaunay-Belleville”, tenía un motor de seis válvulas y producía 21 cv, esto lo documento el diario Siglo XIX “Carruaje Misterioso”.


Diez años más tarde, el presidente Porfirio Diaz impuso el primer reglamento de tránsito, marcando una velocidad máxima de 10 km/h en las calles estrechas, y de 40 km/h en las demás; también creo un impuesto el cual fue abolido en 1911 cuando Francisco I. Madero fue victorioso.
Para tener una idea más clara del crecimiento vehicular en la ciudad, en 1903 había un total de 136 autos circulando, pero para 1906 había un total de 800 vehículos.
Los primeros vehículos fueron enfocados más para la ostentación, pero seis años después empezaron a ser usados para el trabajo. La fábrica “El Buen Tono”, utilizo un camión de la marca Mors en los barrios urbanos para hacer la publicidad de sus productos.
En 1908 el servicio postal adquirió triciclos automóviles para la recolección de la correspondencia y el Heroico Cuerpo de Bomberos, ya contaba con un Maxwell que tenía una potencia de 30cv, una bomba automóvil, cuatro carros malacates y vehículos de transporte.
Tras la revolución, también comenzaron a construirse caminos y carreteras, lo que a su vez impulsó la popularidad del automóvil, y del transporte colectivo. De hecho, los primeros autobuses de pasajeros estaban construidos con tablones de madera para permitir su ampliación o reducción, de acuerdo al número de pasajeros.
La primera armadora en llegar a territorio mexicano, fue Buick en 1921, mientras que Ford Motor Company llego en 1925, estableciéndose como la más grande del país. A principios de los sesentas, se estableció un decreto automotriz, el cual dictaba regulaciones que exigían a las marcas que comercializaban sus vehículos en el país, que estos fueran ensamblados en territorio nacional, regulando también el porcentaje de integración nacional y el porcentaje de las autopartes importadas, esto con el fin del desarrollo de la industria mexicana e impulsar la creación de empleos y los avances tecnológicos.

Hubo empresas que no estuvieron de acuerdo con este decreto y prefirieron cerrar sus ventas en el país, empresas como Mercedes Benz, Fiat, Citrën y Volvo, de las que permanecieron en el país fueron, Ford, Chrysler, Chevrolet, American Motors, Renault, Volkswagen y Datsun.
Para el año 1968 se llevarían acabo los Juegos Olímpicos, y a fin de obtener recursos para la construcción de nuevas instalaciones, se impuso el impuesto que hasta nuestros días conocemos como la “Tenencia Vehicular”, el cual se “suponía” iba a establecerse solo para cubrir los Juegos Olímpicos, pero continuo para financiar la Copa Mundial de 1970 y no tuvo fin.
Se han creado marcas mexicanas, la más antigua es DINA, con una producción principalmente enfocada en la fabricación de autobuses; del mismo modo, han surgido algunas otras como Mastretta MTX (2008) y VUHL (2013), estas dos últimas dirigidas al mercado de los autos deportivos.
De los autos más significativos en la industria automotriz mexicana, podemos mencionar autos al Ford V-8 (1932-1948), Bugatti Type 57 (1934-1940), Citroën Traction Avant (1934-1956), Volkswagen Beetle (1938-2003), Cadillac Fleetwood Seventy-Five (1975-1976), otros que se siguen comercializando en nuestro país como el Toyota Corolla des 1966, Range Rover des 1970, Volkswagen Golf desde 1974, Honda Accord desde 1976 y la Jeep Grand Cherokee desde 1993.
Hoy en día la industria automotriz mexicana nos posiciona como el país latinoamericano con la mayor producción de vehículos a motor y el séptimo productor automovilístico a nivel mundial.
